lunes, 11 de enero de 2010

Los últimos supervivientes

El pádel, como buen deporte de exterior, está sometido muchas veces a los caprichosos dictados de la meteorología. Nada nuevo que no se haya contado aquí: nos hemos quejado por la lluvia, el viento y el sol de cara; todos ellos fenómenos atmosféricos particularmente desagradables para la práctica de este deporte. La temperatura no es un factor decisivo, aunque obviamente jugar con veintipocos grados es más conveniente que hacerlo a treinta y tantos. El pasado viernes nos encontramos con una temperatura gélida que lejos de paralizar a los padelistas, les dio la excusa perfecta para entrar rápidamente en calor.


Ja ja, lúsers: yo con el forro polar y vosotros de pantalón corto


Se enfrentaban dos parejas casi clásicas: los Martínez, padre e hijo, y la pseudopareja espartana, que ya había infligido un severo correctivo a los primeros unos días antes. Por ello había ganas de pique pero la baja temperatura desanimaba un poco a los jugadores. A esto tenemos que añadir que Jesús llegó con el tiempo justo y el estómago repleto, fruto de una de esas comidas de Navidad que por falta de tiempo pero sin falta de ganas se posponen a una época con fechas libres.

Con estos antecedentes se esperaba que cada uno cumpliese el expediente y se despachase el partido rápidamente, formándose nuevas parejas y utilizando el tiempo para probaturas diversas. El primer set siguió este guion a la perfección: Jesús con los langostinos casi en la garganta se mostraba pesado y Carmelo estaba pensando más en cambiar de pareja que otra cosa. Sus rivales no tuvieron que desplegar un gran juego para llevarse con facilidad el set y todo parecía indicar que la cosa no iba a cambiar mucho, pero no fue así...

No se sabe muy bien por qué, pero el signo del partido cambió. Tal vez fuese un break tempranero o un cambio de actitud casi imperceptible en los Martínez, o quizá un relajamiento de sus rivales, pero el partido se convirtió en otro realmente apasionante. Jesús decidió que podía correr aun a riesgo de echar la comida, así que la única manera de evitarlo era no parar de correr mientras cada uno de los platos se digería lentamente. Como un Forrest Gump de la pista empezó a correr y ya no paró, para desesperación de unos rivales que veían al frontón humano que tenían enfrente. Su compañero también se desesperó un poco ya que tal nivel de actividad implicaba altas dosis de robabolismo, pero claro, mientras se gane aquí todos callados.
La segunda manga fue para los Martínez por 6-3, jugando sencillo y ganando con facilidad a los protoespartanos.

En las dos mangas siguientes se vio el mejor pádel ya que Miki y Javier decidieron pasar al ataque viendo que si no se ponían las pilas podrían perder el partido. Subieron más a la red y aumentaron su porcentaje de golpes ganadores. El problema para ellos es que Carmelo redujo su porcentaje de errores no forzados y Jesús aumentó su porcentaje de golpes magistrales y la cantidad de kilómetros recorridos.
El tercer set era igualadísimo, con cada juego ganándose tras un desempate largo, para decidirse en el decimosexto juego, con un break para los protoespartanos frente a unos rivales cansados.
Aunque el partido a tres sets estaba decidido, se optó por seguir jugando, dado el nivel de los puntos y que Jesús no podía parar de correr. Los Martínez siguieron acusando el cansancio y se pusieron con 0-4 en contra. Pero, en otro inexplicable ataque de raza y superación, lograron una meritoria remontada hasta llegar al 4-4 y después se llevaron la manga frente a unos rivales agotados mentalmente. Durante todo este tiempo hacía ya bastante que el frío había pasado a ser una anécdota.

Apenas quedaban diez minutos y con empate a dos sets todos daban por bueno el resultado. No obstante se decidió jugar al mejor de tres juegos para alimentar la honrilla de cada uno. Aquí los Martínez se mostraron más fiables frente a unos rivales que fallaban demasiado en la red (Javier) o con el saque (Miki). 

Este partido es una prueba clara de que un encuentro imperfecto puede ser apasionante. Ninguno de los cuatro jugadores dio lo mejor de sí (si acaso Jesús se mostró inspirado, pero más por despliegue físico que por juego) y aun así se vieron puntos vibrantes, no exentos de calidad. Otro ejemplo más de que no se necesita un nivel de profesional para pasar un buen rato jugando al pádel incluso cuando el tiempo no acompaña.

El partido se disputó en las flamantes pistas nuevas del C.T. Coslada, cortesía del Plan E. Desde aquí esperamos que haya sido un dinero bien invertido y aplaudimos que por fin se hayan construido, ya que la masificación de las pistas viejas era insufrible.

FICHA

Los Martínez (Jesús(D) - Carmelo(I)) mediovencen a Protoespartanos (Javier(D) - Miki(I)) por 2-6/6-3/7-9/7-5 y un pseudodesempate de 2-1 en el último set.

C.T. Coslada, pista 6.

Un frío de narices. Difícilmente estaríamos por encima de 0 ºC.

No hay comentarios:

Publicar un comentario