Leo sólo me ha puesto una condición para escribir esta crónica: que me metiese con Miki. Así pues, será lo primero que haga antes de nada.
En el partido de ayer se vio a cuatro grandes campeones. Alguno podrá decir que faltaba el rajao de Miki, pero ya no es un jugador que merezca nuestra consideración: la larga inactividad lo ha dejado al nivel de Emerson... o más bajo.
Dicho esto, y tras cumplir el trámite previo de meterse con Miki, procedo a relatar lo acontecido ayer en la pista 3 del C.T. Coslada.
Con Leo sin desconcentrarse y Jesús con hambre de pádel, ansia y carácter robabolas, la solución a la ecuación era sencilla: nos encontrábamos ante una pareja ganadora. En el otro lado, y sin pantalones cortos, estaban dos jugadores que empezaron a poner excusas desde la primera bola del peloteo. Que si no he calentado el hombro, que si no me sé las reglas, que si hace calor... Lamentable.
En el equipo de los pantalones cortos, Leo se convirtió en el jugador que siempre aparenta que es hasta que da a la bola; por otro lado, Jesús intentó un juego más agresivo, con un nuevo saque (bastante triste) y numerosas subidas a la red combinadas con golpes profundos. Esto resultó en el primer set, ganado fácilmente por 6-2.
En el segundo set, la cosa pintaba igual con 5-3 y saque para Leo y Jesús. En ese momento, Álvaro y Alberto, la doble Al, jugaron su baza más rastrera (realmente ayer todo su juego fue bastante rastrero): jugar miedosamente, sin arriesgar, con golpes flojitos... Y lo peor de todo es que la cosa les funcionó: 6-5 y saque de Alberto. Pero ahí estaban Leo y Jesús para demostrar que no iban a dejarse llevar un set de manera tan rastrera y lograron el 6-6. El tie-break estuvo lleno de tensión y con grandes y laaaaargos puntos, pero Leo y Jesús se lo llevaron por un ajustado 7-5.
El tercer set estuvo igualado, pero dos factores decidieron el partido definitivamente para Leo y Jesús: la doble Al estaba increíblemente fallona en golpes decisivos (aunque también muy coñera) y Leo lo devolvía todo, repartía juego, abarcaba toda la pista... se había convertido en el Scholes del pádel. Jesús simplemente observaba, le robaba algunas bolas de vez en cuando, fallaba unas cuantas, etc. Pese a eso y por increíble que le pueda parecer al lector de esta crónica, el partido llegó al 4-4. Pero las miradas lo decían todo: la doble Al estaba mentalmente derrotada, mientras Leo y Jesús tenían la Mirada del Tigre, la mirada de los campeones. Así que el tercer set se despachó por 6-4 con una facilidad asombrosa.
En el partido de ayer se vio a cuatro grandes campeones. Alguno podrá decir que faltaba el rajao de Miki, pero ya no es un jugador que merezca nuestra consideración: la larga inactividad lo ha dejado al nivel de Emerson... o más bajo.
Dicho esto, y tras cumplir el trámite previo de meterse con Miki, procedo a relatar lo acontecido ayer en la pista 3 del C.T. Coslada.
Con Leo sin desconcentrarse y Jesús con hambre de pádel, ansia y carácter robabolas, la solución a la ecuación era sencilla: nos encontrábamos ante una pareja ganadora. En el otro lado, y sin pantalones cortos, estaban dos jugadores que empezaron a poner excusas desde la primera bola del peloteo. Que si no he calentado el hombro, que si no me sé las reglas, que si hace calor... Lamentable.
En el equipo de los pantalones cortos, Leo se convirtió en el jugador que siempre aparenta que es hasta que da a la bola; por otro lado, Jesús intentó un juego más agresivo, con un nuevo saque (bastante triste) y numerosas subidas a la red combinadas con golpes profundos. Esto resultó en el primer set, ganado fácilmente por 6-2.
En el segundo set, la cosa pintaba igual con 5-3 y saque para Leo y Jesús. En ese momento, Álvaro y Alberto, la doble Al, jugaron su baza más rastrera (realmente ayer todo su juego fue bastante rastrero): jugar miedosamente, sin arriesgar, con golpes flojitos... Y lo peor de todo es que la cosa les funcionó: 6-5 y saque de Alberto. Pero ahí estaban Leo y Jesús para demostrar que no iban a dejarse llevar un set de manera tan rastrera y lograron el 6-6. El tie-break estuvo lleno de tensión y con grandes y laaaaargos puntos, pero Leo y Jesús se lo llevaron por un ajustado 7-5.
El tercer set estuvo igualado, pero dos factores decidieron el partido definitivamente para Leo y Jesús: la doble Al estaba increíblemente fallona en golpes decisivos (aunque también muy coñera) y Leo lo devolvía todo, repartía juego, abarcaba toda la pista... se había convertido en el Scholes del pádel. Jesús simplemente observaba, le robaba algunas bolas de vez en cuando, fallaba unas cuantas, etc. Pese a eso y por increíble que le pueda parecer al lector de esta crónica, el partido llegó al 4-4. Pero las miradas lo decían todo: la doble Al estaba mentalmente derrotada, mientras Leo y Jesús tenían la Mirada del Tigre, la mirada de los campeones. Así que el tercer set se despachó por 6-4 con una facilidad asombrosa.
¿Y qué decir del juego? Hubo de todo: grandes voleas, buenos globos, algún pelotazo (bueno, varios pelotazos), largos peloteos y saques penosos. La verdad es que aunque ayer se notó la inactividad tras las vacaciones y las suspensiones, el juego se ha asentado en nivel alto y se nota en cada punto.
Luego hubo un cuarto set, casi anecdótico, pues la tónica de anteriores sets se reprodujo de nuevo, agravada si cabe. La doble Al perdió por 6-3 tras ir todo el set a remolque.
Aunque el resultado indique lo contrario, la doble Al fue un digno rival, pero es que ayer Leo estuvo intratable. Tan intratable que Jesús no tuvo que machacar cabezas, tal y como había anunciado.
FICHA
Pantalones cortos (Jesús (D)-Leo (I)) ganan a Pantalones largos (Álvaro(D)-Alberto(I)) por 6-2/7-6 (7-5)/6-4 (y cuarto set de propina con 6-3)
C.T. Coslada, pista 3
Un espectador, que entró mediado el tercer set.
Día primaveral y muy caluroso, más de 25 grados. El próximo día habrá que llevar agua.
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